Alan Bennett paseaba por Regent´s Park Road cuando, al cruzar frente a una tienda de delicatessen, una mujer lo detuvo para pedirle que vigilara a su perro mientras hacía una compra rápida. Tras aceptar, y durante la espera, Bennett reafirmó su convicción de que la vida ya era lo suficientemente complicada como para añadir la responsabilidad de un animal doméstico. Poco después, las luces de la tienda comenzaron a apagarse, y a Bennett se le encendió la idea de un relato corto en el que la dueña nunca regresaría, forzándolo a construir una vida junto al animal.
