Odiseo y el Alzhéimer

En el relato que iba a escribir, la propietaria del perro sería mi abuela canaria. Su olvido de unos macarrones en la compra matutina anunciaría un primer indicio del Alzhéimer. Otro, el no volver tras la compra vespertina a por su animal. Aceptando la invitación de Bennett, el narrador se vería compelido a construir una vida junto al perro, él que pensaba que la vida ya era lo suficientemente complicada como para añadirle un animal doméstico. Lo que yo ignoraba entonces es que la vida a punto de complicarse era la mía.

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