Mi abuela nunca tuvo un perro y yo nunca presencié los estragos de su memoria. Desde Madrid, absorto en el egoísmo de la vida universitaria, me limité a observar que mi abuela un día estaba bien y al siguiente no, y que ese día que no estuvo bien duró años. Entonces no advertí que su felicidad y mi compañía eran balcones que se observan, y que yo había bajado la persiana y subido la música. Como si crecer fuera defraudar, la idea de Bennett me condujo al confesionario de la memoria; la reconciliación, aunque simbólica, pasaba por emplear, precisamente, la herramienta con mayor densidad simbólica.
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Odiseo y el Alzhéimer
En el relato que iba a escribir, la propietaria del perro sería mi abuela canaria. Su olvido de unos macarrones en la compra matutina anunciaría un primer indicio del Alzhéimer. Otro, el no volver tras la compra vespertina a por su animal. Aceptando la invitación de Bennett, el narrador se vería compelido a construir una vida junto al perro, él que pensaba que la vida ya era lo suficientemente complicada como para añadirle un animal doméstico. Lo que yo ignoraba entonces es que la vida a punto de complicarse era la mía.
Odiseo viaja a España
Este episodio, protagonizado por el actor, novelista y dramaturgo Alan Bennett, ocurrió en Londres un 16 de diciembre de 2014. Yo lo leí en Madrid al inicio del 2015, hace exactamente diez años, en el primer número del volumen 37 de la London Review of Books. En el texto de Bennett la mujer regresaba a por su animal, no así en la historia que él sugería y que me pareció una idea valiosa, sobre todo porque me alejaba de un borrador de novela donde, tras mecanografiar más de cien mil palabras, era incapaz de añadir una más.
Odiseo y sus primeros pasos por Londres
Alan Bennett paseaba por Regent´s Park Road cuando, al cruzar frente a una tienda de delicatessen, una mujer lo detuvo para pedirle que vigilara a su perro mientras hacía una compra rápida. Tras aceptar, y durante la espera, Bennett reafirmó su convicción de que la vida ya era lo suficientemente complicada como para añadir la responsabilidad de un animal doméstico. Poco después, las luces de la tienda comenzaron a apagarse, y a Bennett se le encendió la idea de un relato corto en el que la dueña nunca regresaría, forzándolo a construir una vida junto al animal.



