La segunda página de Google

Si el mejor lugar para esconder un cadáver es la segunda página de Google —a cuyos resultados apenas acceden dos personas de cada cien—, la ficción literaria es el género adecuado para esconder la verdad, precisamente porque allí nadie espera encontrarla.

La verdad llega a través de la ficción pues la ficción también nace de la verdad. El poeta Garrett Hongo explica este bucle en un mundo áspero e incierto, de voces que nadie escucha pues hay una, hegemónica, que silencia a las demás con la fuerza de un megáfono. A través del acto de la escritura, sigue Hongo, el artista nos conduce al pensamiento crítico que cuestiona la verdad del mundo, y ese desafío juega la sola baza de la imaginación. Cualquier obra nace entonces de una catarsis íntima que, aunque contenga elementos ficticios, tiene en su motor un ánimo furioso de verdad. Para habitar el mundo, para que se nos escuche, debemos gritar un discurso contrario al de esa megafonía, imaginando una realidad que sustituya aquella que nos ignora.

¿Cuál es la diferencia que separa entonces ficción y no ficción? Para Muñoz Molina, que alterna ambos registros, se trata de una cuestión de movimiento: la ficción es sedentaria, y la no ficción, itinerante. Ninguna es más o menos literaria que la otra, concluye. El escritor argentino Martín Caparrós apunta al pacto con el lector: en la no ficción, el escritor contará sucesos que averiguó y son verdad; en la ficción, contará sucesos inventados, pero que se mezclarán con otros que sí sucedieron. Esta mezcla explica que, para el lector, definir los límites de la verdad sea una batalla perdida de antemano. Ariana Harwicz aporta otra perspectiva para distinguir periodismo y ficción, y es el pulso tras un género y otro: mientras que el periodismo no cesa de escribir, en la ficción es clave la no escritura, donde reside mucho del talento de un escritor. Para Harwicz, escribir ficción consiste también en no escribir. Hay un valor en la no palabra, en la contraescritura, en el silencio anterior a que todo estalle y el artista, como señalaba Hongo, construya una voz ficticia que resuene a verdad para así cuestionar un mundo que, para su desgracia, también es real.

El mar Muerto y la resurrección de Sixto Rodríguez

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– ¿Conoces el mar Muerto?

Me lo pregunta una mujer en el vestíbulo de la estación de tren. Es más baja que yo y a su espalda observo un mostrador con frasquitos de colores. La pregunta es el milagro de la fantasía poética: palabras que son puertas hacia otros lugares.

Pero la realidad se adelanta a mi respuesta (la realidad se adelanta si no eres rápido) y un megáfono anuncia:

– Atocha y Parla, vía dos.

Dos también  los que nos miramos ahora con sentimiento de culpa. Ella regresa tras el mostrador, avergonzada de su mentira publicitaria, alinea los tarros de perfume y cosmética y agacha la cabeza. Yo sigo callado y retorno el camino hacia mi andén, arrepentido de no haber seguido su ficción.

Searching-For-Sugarman

A veces uno empieza a escribir algo y una segunda persona lo continúa y termina. Veo por la noche el documental Searching for Sugar Man. Sixto Rodríguez, un músico de aspecto indio, compuso dos álbumes admirables durante los años setenta. Nadie en Estados Unidos los escuchó.

El periodista le pregunta tres décadas después si pese a aquel fracaso le hubiera gustado seguir componiendo. Sixto responde:

– I would have liked to have continued but nothing beats reality.

Nada vence a la realidad, dice Rodríguez, como si él también hubiera cruzado por la mañana el vestíbulo de la estación de Chamartín, su respuesta también callada por la megafonía.

http://www.youtube.com/watch?v=t6bjqdll7DI

(Pero en el caso de Sixto la música, al final,  sí que ha pasado por encima de la realidad, ha hecho su propio camino, como las aguas de un deshielo. La música nos transporta, como esas palabras matutinas, hacia un lugar lejano al que solo llega la inspiración).