Hay una mujer aferrada a un rastro de paisaje. Hay dos mochileros que parecen hechos de verano. Hay una madre y un niño sin rostro: leen.
La estación es en curva, y el tren sufre lumbalgia. De algún lugar una megafonía defectuosa:
– Atención señores viajeros: el tren en vía dos no admite teléfonos.
Como un acorde, los viajeros y el tren suspiran a la vez. Un silbato y el sueño vuelve a rodar sobre las vías, y dentro del sueño los paisajes y la juventud y la ficción. Locomotora y pasajeros regresan a su doble vida, felices de ser tránsito.