Vimos con Holmes la lluvia desde el carruaje
en la hermosa avenida Brixton, yendo hacia Andley´s
Court.
Esta tarde en el Concert Hall oiremos cantar a Norman
Neruda.
Ráfagas mudas de agua lenta golpeaban contra los vidrios,
férrea
realidad nos rodeaba y nos movíamos en ella, nítidos.
Puedo,
si quiero, evocar el preciso rumor de las ruedas sobre las
piedras mojadas.
y el resoplar de los caballos atravesando la ciudad familiar.
Ladrillos rojos chorreando agua, hombres borrosos en la
lluvia:
la luz de gas manchaba la oscuridad matinal. Siento otra
vez, con noble
fruición, el peso cálido y el vaho de nuestros abrigos,
la mirada de un muerto en honda persecución
golpeando contra el revés de mi mente. Hombres del
porvenir, plagados
de irrealidad, para ustedes no habrá nunca este collar
de sólidos minutos, este edificio de horas de piedra. La
niebla
carcomerá las paredes de Londres y el corazón de nuestra
descendencia
yacerá débil o muerto, ciego de humo amarillo. Honda
es nuestra propia vida en comparación, y benditos
nuestro violín, nuestra fiebre de Afganistán, nuestra
deliberada morfina.
Juan José Saer: Recuerdos del Doctor Watson. El arte de narrar. Poemas (1960-1987). Colección Visor de Poesía (Madrid, 2000).