El sombrero del rabino estrecha el bulevar. Dos ancianas, junto al quiosco, se asombran de estar vivas. Ha llegado el tapicero, señora, con precios imbatibles en polipiel, gomaespuma y damasco. En la frutería hay tomates en oferta. En la panadería hay hogazas de masa madre. En mí sólo ganas de ausentarme, de bordearme, de entrar en los cuerpos y en las cosas de todo lo que observo, de crecer y crecer, tomate, pan, sombrero, tapices, edad.