Muerte es una palabra de seis letras

A los nueve años del fallecimiento de mi abuelo materno. Fotografía del Teide tomada desde La Gomera.

M de mayor

La gente mayor solo existe en la conversación menguada con los demás. Y los demás cada vez son menos, y cada vez más sordos, y cada vez más viejos. De ahí que los mayores no fallezcan ni de septicemias ni de fallos multiorgánicos ni de neumonías, sino de silencio.

U de ubicuidad

La muerte está en todas partes, aunque para vivir la apartemos a un lado. En la sala donde yace mi abuelo, junto a la entrada, hay una mesita con un periódico local. Leo: Canarias seguirá un año más sin un plan de salud. No solo la muerte está en todas partes, sino que de vez en cuando se confunde y, como un asesino, visita dos veces el mismo lugar: la muerte real y la muerte anunciada.

En el bar del tanatorio pido un café. El Marca conjetura sobre el desenlace de la liga. Dormí poco y las dos noticias se ovillan en mi cabeza. Desde la ventana se divisa una rotonda. Como la verdad sale de una bifurcación, me pregunto cuál de las dos noticias es falsa. Tras beber la lucidez del café, acepto la certeza de ambas. Dudo entonces de cuál acertará primero lo informado, y es que todo acaba sucediendo en todas partes, todo en algún instante será una verdad universal y ubicua, y por lo tanto la llegada de la verdad, como también la muerte, se resume a una cuestión de tiempo. Dicho en otras palabras: antes y durante y después de nosotros, Madrid y Barcelona seguirán disputándose las ligas, y Canarias continuará sin un plan de salud a perpetuidad.

E de espejismo

Me cuesta asimilar que la persona que ahora veo es la misma con la que conversé dos meses atrás. La misma persona que ahora está en un sótano, la misma persona que es depositada con suavidad sobre una mesa metálica. Dos celadores aguardan mi consentimiento: ¿hay alternativa? La mesa se desliza sobre unos rieles hacia una pared. La pared se abre, se cierra.

R de rabia

Al fallecer su hermano, mi abuela maldijo a Dios por llevarse a alguien tan bueno. En un acto de penitencia inversa, decidió renunciar a su fe durante una semana. Cumplió su propósito. Si el perdón se cuenta por oraciones, no debería sorprendernos que el castigo también obedezca a cifras.

T de teléfono

Como estamos en España, y sólo hablamos en mayúsculas, capto con facilidad las conversaciones de otras salas. Los familiares se relatan las maneras en las que recibieron la noticia. Concluyo que pasamos mucho tiempo en los bares y que la muerte siempre se anuncia por teléfono a alguien que está lejos. O lo que es lo mismo: morimos solos, literalmente solos.

E de esperanza

En la recepción del tanatorio, una pantalla informa de las salas ocupadas y el nombre del difunto. Bajo esa pantalla me recibe un mostrador vacío. Sobre el mostrador, con la pantalla al fondo, un cartel dice: volvemos en breve.

Muerte es una palabra de seis letras

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(Al año del fallecimiento de mi abuelo materno)

M de mayor
La gente mayor solo existe en la conversación menguada con los demás. Y los demás son cada vez menos, y cada vez más sordos, porque los demás también son más viejos. Por eso que los mayores no fallecen ni de septicemias ni de fallos multiorgánicos ni de neumonías. Fallecen de silencio.

U de ubicuidad
La muerte está en todas partes, solo que a veces, para vivir, la dejamos a un lado. Cuando entro en la sala donde está muy abuelo hay una mesita alta, y sobre la mesita un periódico local. El titular dice: Canarias seguirá un año más sin plan de salud. No solo la muerte está en todas partes, sino que a veces se confunde y visita dos veces el mismo lugar: la muerte de cera, real, y la muerte en letras negras, anunciada.

Bajo al bar del tanatorio, pido un barraquito. Leo las conjeturas que el Marca hace sobre el final de la liga de fútbol. Porque he dormido poco las dos noticias se hacen un ovillo en mi cabeza. Tendemos a pensar que la verdad es siempre disyuntiva, así que me pregunto cuál de las dos noticias tiene razón. Tras beber la lucidez del café, me preguntó más bien cuál de ellas acertará antes en lo informado. Será por darle vueltas a estas cosas en un tanatorio, pero concluyo que todo acaba sucediendo, todo es verdad, y por lo tanto la verdad, como la muerte, se resume a una cuestión de tiempo, y está dotada de ubicuidad. O dicho en otras palabras: Madrid y Barcelona seguirán repartiéndose las ligas, y Canarias continuará sin plan de salud a perpetuidad.

E de espejismo
Me cuesta pensar que la persona que observo es la misma con la que hablé hace apenas dos meses. La misma persona que ahora está en un sótano, la misma persona que es levantada por dos grandullones y depositada con suavidad sobre una mesa metálica. Esperan a mi consentimiento, no hay alternativa, y por lo tanto asiento. La mesa avanza sobre unos rieles hacia una pared. La pared se abre, se cierra.

R de rabia
¿Cómo se ha podido llevar Dios a una persona tan buena?, se lamentaba con enojo mi abuela cuando falleció su hermano. En un acto de penitencia inversa, mi abuela tomó la decisión de abandonar la fe en Dios durante una semana. Cumplió su palabra. Si el perdón se cuenta por oraciones, no debería sorprendernos que el castigo también entienda de números.

T de teléfono
Como estamos en España, y solo hablamos en mayúsculas, escucho con facilidad las conversaciones de otras salas. Los familiares se relatan la manera en que recibieron la noticia. Concluyo: pasamos mucho tiempo en los bares, y la muerte siempre se anuncia por teléfono a alguien que está lejos. O lo que es lo mismo: morimos, literalmente, solos.

E de esperanza
En la recepción del tanatorio una pantalla informa de las salas que están ocupadas, el número de la misma, y el nombre del fallecido que la ocupa. Bajo esa pantalla nos recibe un mostrador vacío. Sobre el mostrador, con la pantalla al fondo, un cartel metafórico: volvemos en breve.