Idiomas para que hablen los libros

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Regresando en avión a Madrid desde Chicago, con una noche desaparecida en el tiempo, escucho a dos niños charlando: alternan el español y el inglés de una frase a la siguiente, y hablan de campamentos de verano, de difíciles pruebas de orientación en el bosque y de todo lo que se van a bañar en un lago; han logrado dormir y disfrutan ahora del desayuno, y no son conscientes de la suerte natural de que hablen estos dos idiomas. Abren la ventanilla y nos hiere una luz madrugadora y terrosa, calentando cerros pelados y el cemento de carreteras sin tráfico.

Pienso que a veces se olvida que la belleza de un idioma viene dada por el aprecio que uno tiene a las personas que con él se comunican. Es una aproximación irracional hacia el mismo, como el amor, y por lo tanto uno puede enamorarse de idiomas que le son absolutamente desconocidos y con los que e es incapaz de comunicarse.

Una lengua es un sistema de comunicación de una comunidad de usuarios, y son precisamente ellos quienes definen el atractivo del mismo. Cuando se enciende la televisión y uno acaba enganchado tontamente a una película americana, en la cual el espectador es tratado como un homínido, siente rechazo hacia ese idioma globalizado. Cuando se abre un libro de Updike se recupera sin embargo el amor por esa lengua que fue mezcla también de tantas otras. El emisor es la clave.

Por lo tanto el atractivo de las lenguas viene también dado por el lado de los afectos, de las personas que lo susurran sobre una almohada de alquiler, o de los que lo deconstruyen en mensajes entre móviles, con el idioma licuado en acrónimos. Siguiendo este mismo razonamiento, pero en el camino de la historia, la importancia de una lengua viene determinada por todas las personas que uno admira y que lo utilizaron para comunicarse con él. Pero como la voz es efímera y lo que perdura entonces es lo escrito, qué maravillosa coincidencia si la lengua de la persona querida es también el de una gran literatura: libros ya medio olvidados que aguardan pacientes a ser abiertos, leídos, e incorporados nuevamente en la soledad feliz de un lector, quien, a través de ellos, además, habla.

El avión despliega su tren de aterrizaje con un rugido mecánico. Los niños saltan alegremente del español al inglés, y les imagino brincando por las estanterías de una biblioteca políglota.

6 pensamientos en “Idiomas para que hablen los libros

  1. me encanta este blog!! espero impaciente próximas entradas!! gracias por mantenerlo activo!!
    Los idiomas son también los de las conversaciones mantenidas en esas lenguas. No es lo mismo el inglés que utilizamos en el trabajo que ese mismo idioma para pedir unas birras en cualquier punto del globo 😉 en unas vacaciones…

  2. Me falta el espanol… pero me gusta mucho el gato! E bravo Dani….
    (yo tenia un blog de «trabajo» en mi viejo puesto, explicando lo que pasava en una compania loca americana…. el chico de Investor Relation un dia me llama y me dice: «mira, puede cancelar tu blog, o nos podemos quitar ti. Que quieres?» – fin del blog)

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