Verano de 1996 en Mondoñedo

plzaespana

 

¿Recuerdas

que me desnudaste contra la puerta metálica de tu trastero,

y yo sin saber aún que también acabaría inservible? Soñabas

que a Mondoñedo llegaba el mar, tu cintura de percebes

rodeada, y decías: comer percebes es tocar acordeones marinos.

 

Por la noche salíamos a las fiestas de Foz

y bajo la carpa de baile me mataban tus novios pasados.

Entre centinelas bebía whisky barato y bailaba

con la felicidad de adivinar el final de una ficción.

 

Te besé como un mar de retirada y sobre las casas

aún observo hoy

la brisa que agita la ropa en señal de despedida.

 

¿Por qué te marchas? Me preguntas sin ganas

desde la esquina del alba, sin esperar siquiera

una respuesta, sin esperar de mí, de nadie,

nada.

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