Alienígenas (o el vector de homogeneidad cósmica)

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– Cierre de toberas. Iniciada apertura de oxígeno en cápsula.

El platillo volante acaba de aterrizar en mitad de una rotonda. En su interior las hileras de luces aletean alocadas, y de la megafonía llegan órdenes sin pausa. Una mano metálica comunica con el centro de control:

– ¡Que os den por el culo!

Quien habla es el teniente C, pero por las carcajadas parece hacerlo en nombre de todos. La tripulación ríe de agotamiento. Han esquivado asteroides, han bordeado agujeros negros, han extraviado la ruta. Hartos de pensar en la muerte, se extrañan de seguir vivos.

Suena un suspiro largo, con la forma de un ciprés. El teniente C ha abierto su casco y se acerca al ojo de buey. La nave regurgita y el suelo vibra, como un recuerdo del viaje. Hay un estallido de vapor y las ventanillas se empañan de misterio.

Así que nadie de la tripulación sabe que en el exterior ocurre lo contrario: todos les observan. Hay un vals de cortinas, los vecinos se asoman a la ventanas, y el tráfico de la tarde hace anillos de atasco alrededor de la rotonda. Los oficinistas se bajan de los coches y miran con asombro el caparazón rugoso. En un lateral se abre una línea de luz, y comienza el descenso hidráulico de una plataforma.

– Papá, ¿quiénes son?

pregunta un niño,

– Pronto lo sabremos,

responde el padre mientras el vapor se diluye, la plataforma se aprieta al suelo, y de la nave descienden tres figuras humanas.

Los terrícolas las miran con el asombro de los espejos.

– ¡Papá, se parece al abuelo!

– Calla niño.

Y el niño y el padre guardan silencio. La tripulación desciende por la pasarela. Pasos metálicos. En el interior de la nave la megafonía es un molino de órdenes. A medida que la distancia se agota, las fisonomías de unos y otros se hacen idénticas. La tripulación se pregunta quién visita a quién. Los terrícolas se preguntan quién visita a quién. La tripulación y los terrícolas se preguntan cuál es su lugar: el que habitan o el desconocido que se abre ante sus ojos. Un paso, otro más. Cada paso es una hoguera que pierde altura. La noche avanza. Un paso suena al sello de una alianza. El siguiente al tambor que declara una guerra. La megafonía contra el silencio, y dentro de un vehículo una canción que nadie escucha. En el cielo los planetas se mueven siguiendo planes desconocidos.

2 pensamientos en “Alienígenas (o el vector de homogeneidad cósmica)

  1. Muy bueno, Dani. El tema, por supuesto, me toca la fibra sensible. Muy bueno también lo de «vector de homegeneización cósmica», te lo tomo prestado… jejeje, es broma.

    Es un tema interesante el de la apariencia de unos posibles extraterrestres, muchos dicen que no tendrían por qué tener nada en común con nosotros, aunque hay otra línea de pensamiento llamada «convergencia evolutiva» que opina que igual que por ejemplo las aletas o el vuelo han sido desarrollados por distintas especies de forma independiente para resolver el mismo problema, en otros planetas podría haber pasado lo mismo. Así que quizá los aliens (si existen) pueden no ser tan distintos después de todo…

    • ¡Me alegro te haya gustado, Deivid! Le estaba dando vueltas a la apariencia de los alienígenas, y se me ocurrió pensar que puede que efecivamente fueran muy parecidos a nosotros. ¿Cómo reaccionaríamos?

      Gracias por dejar tu comentario.

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