La noche del cazador

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Mi amigo Ricardo me convence para ver sin falta La noche del cazador (Night of the hunter, 1955), una de sus películas favoritas, así que hoy domingo bajo la persiana y en la penumbra adquirida el salón se vuelve de súbito un espacio siniestro, de una oscuridad que me recuerda a decorados del expresionismo alemán, y frente a mi sofá comienzan a deambular los personajes devastados de esta cinta. El sol de la tarde en Madrid golpea la fachada y escucho moverse las ramas de los árboles, en un viento que parece anticipar tormenta. Ajena a la realidad de un domingo de agosto la película comienza y me lleva a los años de la depresión económica en Estados Unidos, donde Harry Powell, un predicador misógino, mentiroso y asesino, aterroriza a dos pequeños hermanos que accidentalmente participan de un botín. En La noche del cazador la persistencia de la codicia de Harry Powell me vacuna contra la idea de aspirar a una felicidad que venga de ningún montón de dinero. Su ansia de riqueza no conoce límites, ni siquiera los del sueño, y aprovecha así la noche para acercarse a sus víctimas, asustadas y siempre en alerta, pero también débiles y cansadas. La película ofrece además muchas enseñanzas sociales: la desorientación educativa cuando faltan los padres y la importancia de la enseñanza, personificada en la figura de la señora Copper, como vehículo para crecer en un mundo donde la maldad es un elemento natural.

Cuando acaba la película y subo la persiana Madrid parece estar sumergido en el mismo blanco y negro de la película, como si la historia continuara después de su final. Este es el milagro de las obras singulares, poder arrastrarte más allá de su tiempo. Las nubes están cargadas de lluvia y continúa el rumor de las hojas de los árboles, y descubro entonces que en mi cabeza suena una inquietante melodía infantil, la de dos niños en una barca huyendo cansados hacia ningún sitio en el mundo, llevando en su viaje aquello por lo que en la vida adulta la gente lucha y mata y muere. El río parece un calendario hecho agua, donde la infancia es un pasado que se aleja a cada golpe de remo, allá arriba, a su espalda, a nuestra espalda;  por la mañana en el puerto te despertarán de golpe unas manos anónimas y habrá pasado mucho tiempo, y unos brazos que no conoces te ayudarán a desembarcar y poner pie a tierra, siempre los pies en la tierra, para intentar cazarte luego tu dinero, tu vida, tus sueños, tu tiempo.

http://www.youtube.com/watch?v=D_SqiMtdf2g

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