Es curioso: tal vez el 2015 es el año que más he leído y escrito de mi vida, y sin embargo el que menos reflejo ha tenido en el blog. Puede que esté en lo cierto Neuman cuando define un blog como un mausoleo mañana. No hay otra razón (cómo no) que el tiempo, siempre el tiempo, su manera de culebrear, de escaparse, de huir de uno y de tener que agarrarlo, en un esfuerzo que es a veces fatiga y a veces felicidad.
No hay otra razón no, no hay otra que explique la caída de entradas sino la ilusión de ver crecer una grande y única, y llamarla novela. Por eso que este blog esté ahora en duermevela, como la luz roja de aparatos en standby, y mientras un proyecto largo, de ambición personal, de lucha contra el tiempo, que sigue creciendo, y que espero algún día salga del cascarón, haga clic al blog, y lo encienda de nuevo.
Gracias a todos los que os habéis pasado por aquí a leer estas boberías electrónicas, y feliz 2016.
P.D. De lo más orgulloso del 2015 es ver que la reina de visitas del blog es la persona que más quiero en el mundo (ay, no, joder, que tiene cuatro patas, es un animal): Volga. Una galga que me ha enseñado algo muy inesperado y revelador: los sentimientos están por encima del lenguaje.
Los duendes de las estadísticas de WordPress.com prepararon un informe sobre el año 2015 de este blog.
Aquí hay un extracto:
Un teleférico de San Francisco puede contener 60 personas. Este blog fue visto por 1.700 veces en 2015. Si el blog fue un teleférico, se necesitarían alrededor de 28 viajes para llevar tantas personas.