Mano adormecida sobre hoja de cuaderno:
última reunión.
Noche intermitente y un garaje que bosteza.
En el retrovisor, un lunar.
Por el pasillo avanza
una familia en zapatillas.
Entre silencio y verduras
el padre quiere ser niño,
la madre quiere ser niño,
y el niño que lo dejen ser niño.
Si los afectos hablaran
el mundo sería un jardín de infancia.
Pero es un televisor quien habla
a una mano adormecida donde se aburre un pulgar,
y dice
que el gol no debió ocurrir,
que la suerte tocó en otra puerta,
que es variable la nubosidad y está usted,
sí, usted, nominado.
Mano adormecida que pulsa un botón:
duermevela electrónica.
Desde habitaciones contiguas
inician vuelo tres cohetes
hacia regiones remotas.
Mano adormecida que acaricia con desánimo,
mano adormecida que no sabe hablar,
mano adormecida que apaga esta luz.
Me ha gustado mucho. Todo lo que dice el texto en pocas líneas. Y es magnífica esa especie de metonimia creciente que vas creando a partir de la mano adormecida y unos pocos de sus gestos sencillos.
¡Muchas gracias por tus palabras!